Diálogo: La casa feminista y el machito filósofo hogareño

Por Yago Salmón De Lucio

Fotografía por Luciana Rubio. insta: @lurubiod

La casa feminista y el machito filósofo hogareño

-       Fundirse en la contemplación infinita entre las pantallas y la música hiperactiva que fomenta a la producción, la acción, el siguiente cigarro y el que viene después de ese. Ahora que todos están encerrados en casa y no tienen mayor opción que mirar al techo, la pantalla, el perro comiendo el zapato, el perro, comiendo, corriendo. Ver no porque sea innovador escuchar el sonido del corazón o las hojas de los árboles clichés del parque de tu casa moverse con aire lleno de angustia sobrestimada y paranoia, sino por desobediencia, por amor a uno mismo. Antes de limpiarse los miles de panes dulce que se tienen, los rollos de papel higiénico no eran suficientes, había demasiada caca, toneladas. De hecho, había tanto excremento acumulado en la interconexión de tareas ajenas y la vida cotidiana, que la gente olvidó que no todos tenían una casa a dónde ir, ni un baño dónde defecar y menos dinero de sobra con el cual sobrevivir. A, pero “hashtag huevona” #quedateencasa, seguido de un concha tu madre. Todo bien, mantenemos la cordura, bailando “Aquí llegó tu tiburón…” Pero manteniendo la cordura. Besito por aquí, heladito por allá, “el chifa del domingo” no llegó, quince días sin chifa, un desastre. Demasiadas redes sociales, demasiada poesía sin poesía.

-       La contemplación, la sinapsis en eterno proceso. La entrega del mensaje y una recepción rectificada. Un tiempo de reflexión en el medio de los acontecimientos, como una manera de unir la vida mediante el lazo de la reconexión; con uno mismo.

-       Un poco, sí, pero no del todo. No se trata más del ser como subjetivo. Olvídate de tu subjetividad. Imagínala atribuida al destino preexistente, “La Moira”. Qué revelación sería poder quedarse asombrado nuevamente con el redescubrimiento de un hábito antiguo, de una costumbre etiquetada de psicótica a nuestra edad. El quedarse tirado durante horas sin hacer nada más que ver el techo. Es una manera perfecta de unir el antes con el después en un constante “Ahora”. Como una vuelta al origen, no por ser mejor ni imperativo, sino como una forma de involución imperecedera, una aleatoriedad. Hacerle buena fama al hecho que somos inconmensurables, cambiantes, distintos. Una vuelta a los crímenes pasionales, una daga por cada infidelidad, una melancolía evolutiva.

-       ¿Pero qué dices, imbécil? ¿No sabes que ya hay suficientes feminicidios por el mundo? Claramente hay un problema con el hecho de dejarse ser, de ser sin pensar, sin vivir. Es una manera de ser como el aledaño, otorgándole magia al sentirse en un grupo, pero al mismo tiempo celebrar la disimilitud de la drogadicción, del vivir bohemio. ¿Es que acaso ahora, asesinar por cólera te hace más hombre? Es el macho el problema, el alfa que quiere sobresalir en esta estigmatización del hombre lleno de testosterona con los huevos bien grandes y los valores por el suelo. Por otro lado, muchos no se han dado cuenta que no es únicamente un problema de género, aquí se visualiza el entrecruzamiento de una sociedad machista y los problemas mentales. Muchas mujeres buscan ese alfa en los hombres que luego las golpean, así como muchos hombres sin masculinidad frágil son maltratados por ser empáticos, por ser distintos.

-       ¿Quisiste centrarte en problemas de género desde el principio no?  Siempre haces lo mismo.

-       Si no fueses tan idiota como para sugerir la vuelta al ser instintivo entonces no tendrían que surgir conversaciones como esta.

-       ¿Cómo cuál? Si es precisamente esto lo que viene a arreglar tu problema de género, de desigualdad. Pasa que ya tanto te incrustaron el feminismo hegemónico que seguro te limpias las lágrimas con pañuelos verdes. No estoy aquí yo sugiriendo precisamente un maltrato contra las mujeres ni mucho menos. No es que yo tenga un problema de misoginia, quería en realidad tocar el hecho de la introspección de lo vivido, de los días sin productividad, a la vez que una necesidad de evolución dentro de nuestras costumbres. Efectivamente, por otro lado, volver a ser los animales que éramos, no de productividad, sino de contemplación. Por un segundo no te centres en eso que dije…

-       Pero, ¿Cómo no centrarme en eso? ¡Tío, estás mal de la cabeza, eres claramente un asesino en potencia!

-       Si eso quieres creer con eso me basta, pero si somos humanos inhumanos. Queremos creerles a los medios que el mundo se fue al carajo por una pandemia, pero a los niños que sufren de anemia en la sierra, ¿Qué, que les den por culo? Ósea que si se trata de algo que afecta a una población yuxtapuesta a ti entonces es importante, porque eres capaz de ver la mierda que queda, porque tienes miedo que asesinen a golpes a tu madre, pero eres incapaz de ver lo que ocurre en el interior del país y todo lo que la minería causa.

-       ¡Todo esto lo dices porque tu mamá te abandonó de chico, miserable!

Hubo risas irónicas –

-       Por otro lado, no me gustaría tener que hablar de mi madre ausente. Pasa que quizá dije de manera errónea algo que solo dio pie a comprenderlo de esa manera. Es cierto que mi madre se fue, pero no por eso tengo la necesidad de pensar que las mujeres pertenecen a la cocina. Pensé que si eras mi novia eras suficientemente capaz de comprender eso. No vez que es esto de todas formas una invitación a la reflexión. No hagas de las conversaciones difíciles, un tabú, así como anteriormente hicieron con la sexualidad infantil, con el desarrollo del pensamiento abstracto, con todo lo que no viniese con instrucciones de fábrica, aunque nadie las lea.

-       Yo las leo.

-       No te pregunté si las leías.

-       Pero me diste por sentado dentro de tu “nadie lee las instrucciones de fábrica”. ¿Y qué si las leo?

-       Pasa que eres verídicamente imposible de entrar. Te lo describo de otra manera, desde otro tópico que no te toque los ovarios. El humano como animal es probablemente el más mediocre y estúpido por haber abandonado su instinto de supervivencia. Dime tú, ¿No es acaso cierto que diariamente estás durante horas en las redes sociales? ¿No es por otro lado, real que la debilidad siempre causó agonía?

-       No se contradice esto con tu intento de ser un filántropo y sacar la cara por las personas que no tienen dinero ni hogar para mantenerse en la cuarentena.

-       Ok, te la concedo.

-       ¿Vez que no eres tan inteligente como creía?

-       ¿Se supone que es una pregunta retórica?

-       ¿Se supone que la tuya lo es?

(Funde a negro)

Luego de tener sexo, mariana y Daniel se sentaron en el balcón de la sala. Eran aproximadamente las dos de la mañana.

-       Ya vez que el ciclo de sueño de todos se echó a perder. Mira a esa señora, sin nada más que hacer que sacar a pasear a su perro a estas horas de la noche.

-       Eso lo dices solo porque tienes problemas de sueño. Bien fácil es querer meter a todos en el mismo saco para sentirte mejor contigo mismo.

-       ¿Para qué sentirme mejor conmigo mismo si no sé quién soy? Me dedico a jugar videojuegos profesionalmente, no a trabajar tras la vitrina de algún banco, no necesito levantarme a las seis de la mañana.

-       Eres curiosísimo, porque llevas una mediocridad arraigada tan fuerte a tu forma de ser, que no te das cuenta.

-       Y tú pareces la gente idiota que sale a aplaudir a las nueve de la noche a la calle, siempre tratando de sentirte parte de algo que no te quiere. Luego caminas en la misma calle con la misma gente con la que compartes aplausos y te quejas de todo. Dices, “Que país de mierda, que gente de mierda. Por eso estamos como estamos, por todos estos babosos ignorantes”. Que fácil es redimirte con los aplausos a la patria que odias. Pasa que después ocurre lo mismo que en chile y de los aplausos pasamos a escribir nuevamente la constitución, a querer ser todos parte del cambio, de un cambio externo, nunca interno. La que no se da cuenta del problema de identidad que llevas eres tú, que antes de verte al espejo decidiste tratar de hacerme un reflejo tuyo, agotador y sumiso a la ignorancia. ¡Que sí, que ya sé que nadie lo sabe todo, pero al menos algunos intentamos ser mejor todos los días!

-       ¿Y cómo pretendes cambiar el mundo si no puedes tener una relación estable con tu mujer? O ¿Será que para ti soy la vuelta al instinto homicida? Filosofo de quinta.

-       Que no seas capaz de comprender mis metáforas y analogías no es mi problema. Parece que alguien no aprobó comprensión lectora en el colegio…

-       No te preocupes, ya me voy a la casa de mi madre.

-       Las mujeres siempre quieren tener la razón.

-       Los hombres siempre son unos brutos.


Nunca fue hogar… la casa se quedó vacía.



Yago Salmón De Lucio es un escritor peruano de veintiún años amante del arte. En la actualidad estudia la carrera de letras en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Es el creador y editor del blog. Instagram: @yagosalmon y @elportadordelapolilla

Comentarios

  1. Polémico, bueno, me gustó hijo, sigue escribiendo...

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  2. Me tomó leerlo más de una vez, tu abuelo tiene 80 años, para entender la profundidad de tu mensaje. Mentes más jóvenes lo interpretarán , y como yo, comprenderán el mérito del tiempo que dedicas a difundir tus convicciones !

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