Carta: El amor inviable del inocuo poeta maldito
Por Yago Salmón De Lucio
Buenos Aires, 2019
Fotografía: "El tren de la luz" por Yago Salmón. Cuzco, 2016
El
amor inviable del inocuo poeta maldito
Soy
de esos exorbitantes infravalorados que complican y funden el metal
al rojo vivo, que se rascan las heridas y escuchan las canciones más
dolorosas, soy de esos a los que llamarías intensos. Soy de los que
se enamoran con las coincidencias idiotas a pesar de ser mínimas y
sutiles, porque soy detallista al punto que siempre olvido los
cumpleaños, pero recuerdo que eres tauro con ascendente en Cáncer y
no porque crea en los horóscopos, pero porque sé lo mucho que
significan para ti las estrellas y los astros cuando decides prender
un cigarro de marihuana, o cuando decides morderme el labio inferior
y mirarme a los ojos sin decir nada, pero diciéndolo todo. Soy de
esos que te dicen lo mucho que te aman con la verga afuera, porque
toda promesa en medio del coito es un placer intangible, viento que
no significa nada, acción que denota inseguridad. Soy un chico que
se considera romántico, un poeta maldito en la época en la que el
Trap mueve más culos que cerebros pero, aún así lo bailo porque sé
que te pone insaciable y porque de vez en cuando, te gusta creer que
tu poeta es también, un mierda incorregible. Y no te equivocas, soy
un absolutista fachero y mentiroso porque dependiendo de la situación
me vuelves tan relativo que comienzo a tomarme las estadísticas en
serio. Porque si me dices que saltas, saltamos juntos y todavía no
tengo ni la menor idea de quién eres. Soy muchas cosas, soy el
típico “superhombre” del que tanto alardeaba, o al menos, eso
creía. Soy más un cobarde que espera mostrarte con música y
carisma el miedo que llevo dentro, que alguna vez no llevé. Que
quizá podamos llevar juntos, quizá, solo quizá, borrar de la mano.
Soy
bastante musical, amo los artistas que no se etiquetan bajo ninguna
normativa pre diseñada y no porque te venga con el cuento del
izquierdismo, de la deconstrucción de la sociedad, ni palabrerío de
ese calibre, sino porque simple y llanamente, me identifico con la
melancolía psicodélica de Kanaku y el tigre, con el romanticismo
progresista de Números primos y los versos en décimas de Jorge
Drexler. Déjame que cuelgue tus calzones amarillos, que te afeite
las piernas y te cante la milonga del moro judío, todo en la ducha,
con las luces apagadas, los LED de navidad titilando y el jengibre en
el shampoo del quiosco, ese que nos costó dos soles con treinta. ¿No
es acaso el amor la simpleza del alma, la verdad cruda? Y pues no
tengo duda que en el verdadero amor los inviables son ínfimos y en
todo caso, incluso inocuos, pues quien ama sin inseguridad, ama
incluso en el desamor, en el poliamor, compartiendo amores. ¿Y qué
es amar si no es dar, compartir ardiendo? Que no te queda claro; no
dudes, es lo que es, se llama amor al desprendimiento y a la
oportunidad de hacer mierda a la persona que más confía en ti, y
eso es lo delicioso, lo sublime.
Es
probable que nunca leas esta locura que no fue premeditada, pero
encontrarte exquisita no fue más que solo una coincidencia del
destino, esas que tanto me entusiasman, que tanto mienten. Es por
otro lado, cierto que de mí solo conoces mi amor por las letras y la
filosofía y yo de ti, lo ignoro casi todo, Pero, ¿Cómo demostrar
interés en medio de tanta distancia? Es por eso que decidí darte
esta advertencia a ti y a todos del retoño de mi ser y la escaramuza
garabateada de mi certeza infundada.
Sé
que te prometí preparar deleitables veladas y caer riendo al claro
de la luna limeña, pero si en caso no ocurre, no dudes que este
texto lo escribí para ti con la cabeza en las nubes y con la canción
de Tyler, the creator (Her); sonando como himno de mi inconmensurable
sentimiento de extrañez. Puede que seamos muy distintos, que te
asuste creer que soy un loco pendiente detrás de una pantalla de
celular y no te equivocas, soy todo eso y mucho más. No espero tener
ninguna oportunidad, porque ya caí en la cuenta de que vivir es
caminar sufriendo, pero si te gusta palpar cenizas y tocar la cera
hirviendo de las velas derretidas, no dudes que siempre tendré el
Malbec a 15,5 grados Celcius.
Yago Salmón De Lucio es un escritor peruano de veintiún años amante del arte. En la actualidad estudia la carrera de letras en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Es el creador y editor del blog. Instagram: @yagosalmon y @elportadordelapolilla




Me encantoooooo Yago, tan tú, romantico,crudo pero con mucho amor...!!!
ResponderEliminarEres lo máximo.
Love you 💜