Cuento corto: El incienso de la voz sobre mandalas de veintiuno
Por Yago Salmón De Lucio
Buenos Aires, Argentina.
Buenos Aires, Argentina.
Fotografía por Yago Salmón De Lucio (2019) Buenos Aires, Arg. instagram: @yagosalmon
El incienso de la voz sobre mandalas de veintiuno
Ya
pasó, ya dejamos la ilusión y la codicia de amanecer en el terciopelo, y el
vino derramado sobre la madera hinchada, el sol cayendo directo a los ojos, Las
colillas regadas por el suelo, los ojos morados y la pasta de dientes abierta.
La garganta pide agua y el cuerpo refugio. "Pulp Fiction” en pausa desde anoche
y con nuestro plasma rojo, cayó la moneda del encanto, cincuenta, cincuenta por
ciento de probabilidades al si y al no. Que me vengo, que te vienes, que nos
vamos. Siempre nos fuimos, juntos, pero lejos. Sobre la candela y la carpa, en
el bosque y en la playa. En una borrachera después de tocar la guitarra y tus
senos, tus labios. Así había recordado con la playera de mandalas y los
castillos de arena junto a tus piernas cristalinas, bebiendo de ti, llenando el
vaso medio vacío, medio, medio. Pringados de Merlí y esas series en donde
además nos dejaron pasar las noches en silencio, con la bombilla en la boca y
el mate en pánico.
Otras
veces no cae el sueño, pero estamos tendidos sobre lo profundo de tu voz que
quisiera ser más que solo amiga y amor del niño que cumplió veintiuno y podría
jurar que aún viste con jersey de “Spider-Man”, de ese que nos mostraron por
allá en el dos mil. Que sí, que ya estamos a un incienso de perdernos en la
tina hirviendo porque cada vez que nos zambullimos, nos quedamos más tiempo en
lo profundo, con los pies en cada extremo del universo y solo hace falta ver
tus burbujas de aire para saber que estamos por perder la conciencia. Así un
día sobre tu vestido hasta el suelo y los números primos sonando de fondo, tuviste
el corte que ansiabas y yo la barba que crecía. Sembramos la semilla y no antes
de tirar el vestido por el balcón y mostrarle al invierno que no solo él nos
pone los pelos de punta. Porque levantaste mis lentes y me diste descanso en la
fatídica acción de rompernos la espera del día que parecía siempre ser infinito
contigo.
Puedes picarme las nubes y rasgarme los vientos de colores que siempre
haces exclamar en la pausa, que comienza en tus mejillas. Puedes decirme que me
quieres porque no pienso ir a otro lado que no sea a encender el microondas con
el pochoclo y esas ansias de encontrarme contigo, no conmigo en ti, porque amo
tu diferente manera de apreciar, no te importa si el incienso está encendido,
si la tina está hirviendo o si las palomitas se quemaron, solo quieres eso que
ambos describimos siempre y nadie sabe cómo llamar. Esa soledad que compartimos
en la mínima expresión de un instrumento, nuestros cuerpos y la vibra que flota
sobre todos y cada uno de nuestros gestos.
Yago Salmón De Lucio es un escritor peruano de veintiún años amante del arte. En la actualidad estudia la carrera de letras en la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Es el creador y editor del blog. Instagram: @yagosalmon y @elportadordelapolilla




Miy bueno Yago...!
ResponderEliminarMuchas gracias tia, un abrazo enorme!
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